A la llegada, el sol nos estalló de esta forma y solo pudimos maravillarnos... y esto significaba que... en pleno diciembre pudimos habernos bañado en el mar.
Cualquier rincón de la ciudad era un poema perfecto... donde rimaban las musas de la naturaleza y se esforzaban porque nuestra visión fuera recordada... como ahora.
Uno de estos restaurantes de diseño moderno, limpio... amplio y aséptico... no se trata de eso... simplemente que esté limpio pero que te acuerdes de su cocina.
El servicio correcto, pulcro diría yo... tampoco había mucho trabajo, los calamares a la andaluza...dios santo... eran puntillas... mal... muy mal... lo mejor la guarnición de escarola y cebolla de figueras... para olvidar. Los mejillones de roca, sin ese toque a la brutesca... que le son permitidos... aun recuerdo los de Casa Carmela de Cadaqués... violentos... sabrosos y sobre todo... muy calientes.
El entrecotte de 150 grs... con unas papas fritas caseras... eso si... inolvidables en su aceite de oliva... doradas, crujientes... excelentes. La carne se pidió poco hecha y llego hecha... buena mostaza y alioli me hicieron pasar el mal trago... justos de pan. De postre unos Brownies mal... muy mal.
Saluditos.
Preciosas fotos gracias por compartir, te sigo desde hoy DORIS.
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