Solo ver aquella inmensa nave vacia... la perfecta alineacion de los utensilios de la cocina, parecia que justo hacia unos minutos que se acababa de termianr el turno pero no... aun me parecia escuchar de musica de fondo aquella musica simple y sana que se escuchaba en N.Orleans mientras las gentes le iban entrando a las paellas.
El templete que preside la sala, es su principal atractivo, pensado para alimentar cuerpo y espiritu con paellas y musica en vivo, una verdarera lastima que... segun me dijeron, se cerro por la mala calidad de las paellas.
Es evidente que volvere otro dia para pasear de nuevo entre las viejas tiendas de antiguedades, volver a ver a los cansinos propietarios sentados ante sus puertas viendome pasar a mi y al tiempo.
Mientras tanto, la noche se estaba cerniendo sobre la ciudad y desde abajo, la torre mostraba un aspecto amenazador... como un gigante presto a saltar sobre mi, me impresiono su majestuosidad y perfeccion metalica.
para la cena, un plato de morro de cerdo cocido y unas manitas al punto y servido a feira, con sal gruesa pimenton de la vera y aceite de oliva; una delicia para los sentidos.
Terminar el dia con ese menu sencillo y sabroso a la par que sano, hace que la vida cobre sentido.
Cocer la careta y las manos de cerdo hasta que esten tiernas, reservar escurridas y disponer deshuesado y cortado a laminas finas sobre plato caliente.
Sal gruesa aceite de oliva y pimenton de la vera. Para acompañar con un Ribeiro bien frio.